miércoles, 1 de abril de 2009

La espada de Miguel

Éramos fuertes. Cada batalla narrada sobre la piel tenza de los brazos y la voluntad del cielo sudando con nuestras frentes. Ni huestes abismales ni añagaza humana te empujaron las rodillas hasta tocar, como hoy, el suelo. Esconde tu nombre y tu aliento, vuela al desierto. Desde hoy sólo tu cuidas tu espalda porque así, en el cielo como en la tierra, te traicionó tú propia espada . (del cortometraje "El Ángel vencido")

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